De
Javier Duarte ya todo está dicho
Por
J. Enrique Olivera Arce
“Árbol
que crece torcido, jamás su tronco endereza”
A la sombra de la
descomposición de la vida política y económica en la mayor parte del territorio
nacional, el gobierno de Veracruz pretendiendo nadar de muertito da patadas de
ahogado. Convenientemente cubierto por la sábana del “mal de muchos…”, Javier
Duarte de Ochoa plañideramente pide al cielo que no le jalen la cobija. Más
todo es en vano, al descubierto por los cuatro flancos ya no puede ocultar sus
miserias, para los veracruzanos todos resultó fallido.
Para priístas y no
priístas, el sexenio de Javier Duarte es sexenio perdido. De ahí el que con la
esperanza de un cambio duradero, las campañas electorales de los aspirantes a
una curul en la Cámara baja del Congreso de la Unión, sean opacadas por el tema
de la sucesión. Si se presume que la mayoría de los veracruzanos se mantiene al
margen de los comicios del 2015 (Democracia sin ciudadanía, dice Emilio
Cárdenas Escobosa), es porque esperan con ansias los del 2016, confiando en que
con la gubernatura de dos años algo se pueda hacer si no para enderezar rumbo,
cuando menos para limpiar el tiradero.
Vana esperanza, es tal
el deterioro que como legado deja el gobernante próspero que una década será
insuficiente. Quienes aspiran a la gubernatura de dos años, mienten si en su
afán de alcanzar las mieles del poder formal aseguran otra cosa en su
proselitismo desbocado.
Economía, política y
sociedad, en franco deterioro exigen algo más que un mesiánico gobernante
armado con la tan de moda mágica varita de aprendiz de brujo. El mal del
abandono y el saqueo en la dinámica inercial del legado de corrupción impune,
no es flor de un día. Su peso específico habrá de imponerse en dos o más
años, simple y llanamente porque ya tocó a quienes ahora aspiran. El
silencio es cómplice, no se pueden, mañana, enderezar entuertos que hoy por
conveniencia se solapan. No basta con afirmar de dientes para afuera no
pertenecer al círculo de amigos de Duarte de Ochoa como mensaje de deslinde, si
en el presente en la posición que ocupan no señalan, no denuncian, no se hacen
cargo hasta sus últimas consecuencias de ponerle freno a un tren que descarrila.
Si hoy no lo hacen,
mañana será tarde. Barrer para atrás, si esa fuere la promesa, no es garantía.
El sucesor de Javier Duarte de Ochoa bastante hará si oculta su propia basura
bajo la alfombra. No es personal, son las reglas de un juego perverso en
el que el sucesor se debe a quien le permite ganar en amañada elección.
Una mano lava a la otra. El favor se paga, el silencio cómplice es moneda de
cambio; cerrándose el círculo en el que todos, sin excepción, se tapan
con la misma cobija.
La relación entre
Enrique Peña Nieto y el gobernador próspero de los veracruzanos es ejemplo de
ello. El ahora presidente contó con el apoyo de los gobernadores priístas para
alcanzar el triunfo, hoy está obligado a solaparlos, así se trate de un
corrupto y corruptor que con su mediocre actuación y desempeño, lejos de
cumplirle a Veracruz le ha hundido.
Duarte de Ochoa lo
sabe, o se lo han hecho saber sus millonarios asesores. Peña Nieto cojea del
mismo pie, su aceptación por sus gobernados va en caída libre. De ahí que no
sólo la crítica y fundados señalamientos, también la movilización social en su
contra, le resbale. Conoce de lo que para Peña Nieto en un año electoral
significa mandar a volar a un gobernador priísta puesto en la picota por una
opinión pública que ya no sólo pide que se vaya, sino que exige regrese
lo que se embolsó. Y de eso se vale para retroalimentar cinismo y descaro,
haciéndolo extensivo al pequeño círculo de amigos que con él comparten
ineficiencia, próspera y mal habida riqueza y corrupción impune.
Todo lo que tenía que
decirse sobre el gobernador de Veracruz, ya está dicho. Ineptitud, valemadrismo
y saqueo, han sido la constante. Lo que hoy y hasta pasada la elección del 7 de
junio, se agregue, no serán otra cosa que polvos de aquellos lodos convenientemente
aplicados al proceso electoral en curso y al que sigue. No pago para que
me peguen, dijo López Portillo, a Duarte de Ochoa si le pegan es porque no
paga.
Sin vergüenza alguna,
espera ganarle tiempo al tiempo a sabiendas de que su tiempo se acorta,
pero también de que si cae no caerá solo ni tampoco será el primero.
-oooo-
Hojas
que se lleva el viento.
Pintoresco proceso
electoral en Veracruz. En caleidoscópico desfile carnestolendo, los rojos se
ofrecen a la vista de los electores potenciales como verdes, los azules
como rojos y los amarillos tornasoles y al caer la noche, la luz mortecina de
los faroles a todos los exhibe como iguales.
-oooo-
Se me ha dicho con
insistencia que para el conservadurismo yucateco sólo hay PAN y PRI.
Morena, partido de nueva creación por lo consiguiente no pinta en el
panorama electoral, pero o sorpresa, en su última visita a la entidad Andrés
Manuel López Obrador demostró lo contrario. El Peje sigue siendo el Peje y así
se evidenció en el oriente y sur del estado, así como en la ciudad capital
con copiosa asistencia a sus mítines informativos en los que llamara a
cambiar de régimen, pero en las urnas no
votando por el PRIAN.
Otra sorpresa. El
partido de Dante Delgado con la ex panista Ana Rosa Payan como candidata a la
alcaldía de Mérida, hace camino al andar. Al Movimiento Ciudadano ya se
le reconoce como la tercera fuerza político electoral de Yucatán. Los tiempos
cambian y la estructura, pluralidad y nivel educativo de la sociedad yucateca
también. El bipartidismo cede terreno a otras opciones políticas.
Cd. Caucel, Yuc., abril
29 de 2015
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