El PRI, ¿si sabe gobernar?

 

Por J. Enrique Olivera Arce

 


 

Cuando el descontento y hartazgo de amplios sectores de la sociedad se tiñen de rojo, ni perdón ni olvido, es el mensaje a la nación que, en contrario a los llamados del presidente Peña, está moviendo a México.
La percepción que anidando en el imaginario colectivo se objetiviza en hechos concretos, cobra día con día más amplio consenso. La nave navega al garete en medio del desconcierto de un proceso mediático de construcción fallida de administración y control  de daños. El gobierno de México en sus tres órdenes que le componen, no logra recuperar confianza y credibilidad entre las mayorías de una sociedad dolida e indignada. Antes al contrario, entre más se insiste en minimizar la crisis de Estado, mayor es la convicción de que el poder público carece, además de brújula, de la necesaria y urgente voluntad política para recomponer el tiradero, empezando por aceptar la gravedad de lo que se vive en el país entero.
Inmersos ya en el proceso electoral que desembocará en los comicios de junio próximo, falto de imaginación el caduco y superado régimen político lo más que alcanza a blandir como argumento justificatorio de su torpe y errática conducta,  es que no pasando nada, cuando pasa es fruto de politización, manipulación y complot desestabilizador; partiendo siempre de la premisa de que el pueblo de México, además de ignorante y falto de entendimiento, es  ciego y sordo, presa fácil de manipuladores e ideologías extra lógicas relacionadas con la izquierda electoral.
El país está de cabeza. Los caricaturistas críticos lo ilustran como un país en ruinas, y para allá vamos, en tanto que los responsables del desaguisado lavándose las manos, se preocupan y ocupan por dar vialidad a un proceso electoral de antemano cuestionado, pretendiendo que no hay relación alguna entre  indignación y hartazgo social con objetivos y propósitos de la democracia representativa.
No sintiendo lo duro sino lo tupido, el Sr. Peña con el índice de aceptación por los suelos (El pantano mexicano), vuelve a exhortar al olvido de lo que lastima y ofende y sí  a recordar y valorar lo positivo de los logros gubernamentales. Carpetazo con borrón y cuenta nueva, para retornar al clima de expectativas y esperanzas en las bondades de sus llamadas reformas estructurales. Insensibilidad y torpeza que a su vez da marco para alentar descalificación de la protesta y movilización social, autoritarismo y represión, como ya se observa en orquestado bombardeo mediático condenando y exigiendo se aplique todo el peso de la ley a quienes promuevan o participen en marchas y protestas.
Ni perdón ni olvido, es la respuesta de un cada vez mayor número de mexicanos.
¿Sabe gobernar el PRI?
“El PRI si sabe gobernar”, se decía hasta el cansancio en la elección presidencial que sacaría al PAN de Los Pinos en alusión al mal desempeño de Vicente Fox y Felipe Calderón. Hoy día el PRI no está en condiciones de refrendarlo y, para completar el escenario, ningún partido político de los que animan el cotarro como comparsa, tendría tamaños para construir un buen gobierno. Peor aún, ratificando que no saben de sus pequeñeces y limitaciones, PRI, PAN y morralla acompañante, lejos de asumir una autocrítica constructiva, insisten en seguir dándole vueltas a la noria, profundizando su crisis de representatividad y confianza en un duelo sin cuartel blandiendo la ya clásica bacinica rebosante de improperios y descalificaciones.
Cual convidados de piedra, los mexicanos observan, reflexionan y sacan conclusiones. A la luz del desastre, convencidos ya de que el PRI no sabe gobernar, tampoco encuentran opción válida en las llamadas izquierdas o derechas del espectro partidista. Dubitativos frente al bombardeo mediático, entre la incertidumbre y el ya basta, sin condiciones para construir un auténtico, legítimo y pacífico cambio desde abajo,  están a la espera de un cambio desde arriba. Milagro este último no contemplado en las esferas del poder real y sueño inalcanzable para las mayorías.
Y en esas estamos.
Hojas que se lleva el viento
Mal de muchos, consuelo de tontos, reza la conseja popular, sirviendo de marco para que la administración pública veracruzana acelere su deslizamiento en el tobogán de la ineficiencia, ineficacia y saqueo impune. Veracruz no es Guerrero o Michoacán afirma ufana nuestra aldeana clase política, y al amparo de una descomposición política y social en la mayor parte del todo nacional, se pretende pase desapercibido el pésimo desempeño del poder público en la entidad. Todo a su tiempo dice la ciudadanía, en junio ante las urnas se cobrará la factura a un PRI cuyo principal capital político reside en la imagen mediática de un  gobernador que no las trae  todas consigo.