¿Complot
o irracional paranoia?
Por J. Enrique
Olivera Arce
“Antenoche fui a tu casa y me
ladraron los perros/ Quise agarrar una piedra, y se me embarraron los dedos”.
Bomba yucateca
La
sensación de pequeñez e impotencia en los quehaceres políticos, lleva al
sectarismo y al encasillamiento de capilla. Si a esto le sumamos el miedo ante
lo incierto de una situación dada, que
no se entiende, que no quiere entenderse, o que rebasa capacidad para
afrontarla con relativa serenidad y buen juicio, a mi modesto entender ello
deviene en paranoia política y esto es lo que se percibe en un régimen político
agotado como el mexicano.
Paranoia
política que induce a un autoritarismo defensivo e irracional, privilegiándose
actitudes de intolerancia frente a fantasmagóricas imágenes que amenazan poner
en riesgo seguridad y confianza.
El
percibir un complot con el fin avieso de desestabilizar el país y oponerse con
oscuras amenazas al proyecto de nación neoliberal que el gobierno adopta e
impone pretendiendo con ello alcanzar estadios superiores de modernidad,
crecimiento económico y bienestar general, sólo porque no se entiende o no se quiere
aceptar que la sociedad está harta de partidocracia, corrupción, impunidad e
inseguridad, no puedo sino encuadrarle en dicho padecimiento, que suele devenir
en una indeseable violencia de Estado.
Lo
hemos afirmado en estos modestos maquinazos. El Sr. Peña Nieto rebasado por acontecimientos
por el nunca imaginados, e incapaz de generar aceptación y confianza en sus
presuntas reformas estructurales como para que estas tersamente aterricen,
expresa impotencia asumiendo actitudes paranoicas de intolerancia y ausencia de
visión de Estado.
No
encontrando más salida para administrar conflicto y crisis, que amenazar con el uso de la fuerza en
defensa de su cuestionado y rechazado manojo de políticas públicas
antipopulares, el control de daños por la cloaca destapada en Iguala, Gro., se le
revierte y agudiza.
“El
Estado soy yo” y hay de aquel o aquellos que se oponen a mi proyecto, es el
mensaje, sin parar mientes en que en una sociedad plural aquejada por
desigualdad y pobreza, no cabe ni es deseable el pensamiento único. El proyecto
de nación impulsado por su gobierno, ni
es el único ni necesariamente es el mejor. Imponerlo, bajo la premisa de que ha
sido aprobado democráticamente por las diversas fuerzas políticas, cuando la
opinión generalizada cuestiona a la democracia simulada, no es el mejor camino.
Empero,
sin medir las consecuencias, a su voz, se suelta el desgarre de vestiduras y
descalificaciones tratando de acallar ya no sólo la protesta social, sino todas
las voces discordantes reflejadas en una prensa nacional e internacional que
habiéndole ayer aplaudido y enseñoreado, hoy lo exhibe en la alfombra del
escarnio.
Mala
señal, como ya se encargaron voces calificadas de interpretar la paranoia
presidencial. El más leve desliz de intolerancia y represión por parte del
régimen político vigente, puede desencadenar
situaciones lamentables al interior de un horno que no está para bollos.
Si
de noche te ladran los perros, no intentes agarrar una piedra porque te
embarras los dedos, dice una conseja popular yucateca, y en ella debería pensar
el partido tricolor que, a su viejo estilo interpretando y haciendo suya la
nada velada amenaza presidencial, exhibe a bote pronto intolerancia e
incomprensión de la crisis, rompiendo lanzas contra “los enemigos de México”
que, ocultos en el tapanco y con el pretexto de los normalistas y varios
cientos más de desaparecidos y sembrados en fosas clandestinas, arman un “complot” para desestabilizar al gobierno y al país
entero.
Tratar
de combatir visiones fantasmales en la oscuridad de la noche con sectarismo
trasnochado, podría costarle muy caro al PRI a y todo el país. La crisis es del
régimen político en su conjunto, atañe a toda la clase política sin distingo
partidista, así como a todos los mexicanos y así deberían entenderlo como bien
lo interpreta el secretario de la Defensa Nacional, al afirmar que el problema
no es del gobierno, sino que es un problema de Estado, que atañe a todos y con
todos y entre todos debe buscársele solución.
Ubicar
crisis, conflicto y movilización social en el terreno electoral, y en este
estrecho contexto pretender minimizar los daños descalificando al adversario, es
no entender génesis y desenvolvimiento histórico del descontento y el hartazgo
social que hoy le explota entre los dedos al Sr. Peña, al PRI, y al régimen
político en su totalidad.
Antes
que embarrarse los dedos, bien harían los beligerantes priístas que hoy se
desgarran las vestiduras blandiendo los palos, en ver, escuchar y sentir en
carne propia el por qué una sociedad
lastimada y dolida, cuyo único camino viable de protesta y resistencia es la
manifestación de su descontento, toma la calle.
Sin
comprenderlo con objetividad, el control de daños basado en descalificaciones y amenazas, habrá de revertírseles.
Confundir
a tirios con troyanos, dejándose llevar por la imagen mediática de provocación
y violencia que el mismo PRI construye y alienta, haciendo de lado que es el
régimen político caduco el que está exhibiendo el alcance de su propio concepto
de violencia con la barbarie que hoy todo México condena, solo expresa miedo a verse
en el espejo.
Temor
al reflejo de su propia pequeñez e impotencia, frente a un pueblo que está
diciendo basta. Miedo a toparse de frente con el México bronco que anda en
busca de histórica revancha. De ahí la histeria y paranoia frente a un
conflicto anunciado que les tomara por sorpresa.
Lo
hemos comentado, a mi juicio todos los partidos políticos comparten la misma
tesitura. Todos, sin excepción, viendo moros con tranchete en el patio del
vecino, se resisten a aceptar que son origen y consecuencia de lo que ellos
mismos han construido. Hoy no pueden echar mano de la democracia como camino
para administrar por la vía institucional crisis, conflicto y control de daños.
La democracia simulada y secuestrada por la partidocracia, no responde en la
coyuntura a sus propósitos, de ahí su miedo y de ahí su violenta reacción y su
ocultar la cabeza en la arena frente a un fenómeno social y político que pone
en duda su supervivencia.
Hojas que se
lleva el viento
La
Revolución Mexicana no está muerta. Toma un respiro para seguir adelante
impulsada por la resistencia de un pueblo que reconstruye el hilo de la memoria
histórica.
-ooo-
Es
de llamar la atención el que medios informativos no oficialistas, pongan énfasis
en lo accesorio y callen ante lo sustantivo,
exhibiendo la aldeana ocurrencia
del secretario de gobierno de Veracruz, Erick Lagos, de armar un circo con acarreados en el
Congreso local para ser aplaudido con motivo de su comparecencia en la glosa del
IV Informe del Sr. Dr. Duarte de Ochoa, y se pase por alto lo que el boletín
oficial destaca como eje central de la participación de este mediocre funcionario
menor en tribuna: “Gobernabilidad, paz social y estado de derecho durante estos
cuatro años de administración”. ¡Vaya desfachatez! Y que insulto a la
inteligencia de los veracruzanos.- Xalapa, Ver., noviembre 23 de 2014.
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