Candil de la calle…
La situación que
vive México va de mal en peor. Estancamiento económico, desempleo, economía
informal, pobreza creciente y desigualdad galopante, acompañados de una
percepción cada vez más amplia de inseguridad y deterioro del estado de derecho
y tejido social, son ya pan de cada día en la mayor parte del país. A ello
habría que sumar la pérdida de credibilidad en los tres órdenes de gobierno y el
rechazo al proyecto neoliberal de desarrollo que impulsado desde Los Pinos, ni
aterriza ni convence a las mayorías.
Esta realidad ya
inocultable, choca frontalmente con los esfuerzos del Sr. Peña Nieto por
encontrarle la punta al mecate en el necesario equilibrio entre política
interna y política exterior. Perdido como está en el entramado de
contradicciones de un país subdesarrollado y sus aspiraciones de estadista de
primer mundo a encontrar un lugar destacado para México en el globalizado
concierto internacional, opone a la realidad real el sueño de una realidad
virtual que no pasa del oropel mediático que le ubica como cancerbero de
traspatio de los intereses norteamericanos..
Incongruencia tras
incongruencia, el México cotidiano de millones de mexicanos no se corresponde
con el México que el Sr. Peña Nieto pretende conducir a lo que el, los poderes
fácticos, y sus círculos cercanos conciben
como modernidad.
Perdido en el
embrollo, sin la menor idea de cómo conjugar lo deseable con lo posible, a la
par que se vanagloria del papel que en política exterior le asigna el expansivo
gobierno de Barack Obama, en lo interno la paranoia domina, recurriéndose a los
palos de ciego en políticas públicas; así como a los palos que, en lo social,
literalmente hablando, aplica en contra de quienes en el marco de la pluralidad
oponiéndose en los hechos al pensamiento único, no comulgan con la visión modernizadora de Los
Pinos.
Para estos últimos,
la criminalización de sus actos legítimos; llámense pueblos originarios,
campesinos en defensa de agua y territorio, o movimientos precaristas surgidos
de una clase media empobrecida, en obvia contraposición a los acuerdos y
tratados internacionales sobre derechos humanos, laborales y sociales signados
por México.
En el diseño y
aplicación de las reformas con las que en el terreno jurídico se consolida el
proyecto neoliberal auspiciado por los gobiernos del PRI y del PAN desde hace
más de tres décadas, no se consideró tanto el carácter desigual regional y
sectorial del México real, como el peso específico de la inercia de una
administración pública ineficiente y corrupta a la que le corresponde la
responsabilidad de operar desde el gobierno el cambio deseado.
Combinados, estos
factores dan al traste con la pretensión de modernidad a partir de las reformas
mal llamadas estructurales. La ausencia de unidad de propósitos, visión y de
esfuerzo compartido, son nugatorios, estorbando más que coadyuvar en los
objetivos que persigue el régimen peñanietista.
Es en este complejo
escenario en el que negándose la oscuridad de la casa, cual candil de la calle
se pretende uncir a México a las aventuras militaristas con la que, bajo el
amparo de las banderas de la ONU ,
las grandes potencias en un nuevo reparto del mundo pretenden aliviar la crisis
económico financiera que distorsiona y frena la razón sistémica del capitalismo
Confrontando la política interna con la exterior en un
acto coyuntural que niega la experiencia acumulada en materia de relaciones
internacionales, el gobierno federal conducido por el priísmo caduco,
compromete al Estado mexicano ya no sólo en sus aspiraciones de futuro, también en el presente con todos los riesgos
que implica el meter activamente la
nariz en conflictos ajenos.
Para justificar tan
ominoso paso, se aclara que la participación de México en las zonas de conflicto,
tendrá carácter humanitario en auxilio de las poblaciones afectadas por guerras
absurdas, saqueo de recursos naturales y superexplotación de la fuerza laboral,
cuando en lo interno el humanitarismo del régimen brillando por su ausencia
genera más estancamiento económico, mayor retroceso en las libertades sociales,
así como desencanto y frustración de millones de mexicanos cuyo horizonte de
vida no va más allá de pobreza y desigualdad.
Una incongruencia
más del régimen y su partidocracia y una contradicción más en un país condenado
a no salir del subdesarrollo. Así como también un paso más en el proceso
histórico de dependencia y sometimiento a los intereses norteamericanos.
O se está con el
gobierno de Obama o se está en contra, he ahí el dilema en el que Peña Nieto
pretende construir castillos en el aire.
Hojas
que se lleva el viento
Cada pueblo tiene
el gobierno que merece. Sólo así se explica el que la sociedad veracruzana
aplauda y justifique la supresión de derechos individuales y sociales en la
entidad en aras de la comodidad de una presunta mejora en la vialidad y
movilidad urbana, sin parar mientes en que el Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa
pretende curarse en salud, evitando molestas manifestaciones de protesta
durante la celebración de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, promulgando
una ley de tránsito que obligara a los movimientos sociales a pedir permiso previo
a la autoridad para expresarse en la vía pública. El aquí no pasa nada, será
ratificado por decreto con la anuencia y aval de la propia sociedad ofendida.
El 68 para los
viejos no se olvida. Para los jóvenes, lección de compromiso para las nuevas
generaciones en el largo proceso de búsqueda de cambio, transformación y
progreso democrático compartido. La juventud masacrada por el PRI-gobierno no
se sacrificó en vano.
*imagen/excelsior
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