Por J. Enrique Olivera Arce
Pulso crítico
Y
bajo esta premisa México tiene el gobierno ad hoc que responde al cuerpo social
de un Estado-Nación decadente en el que las minorías se imponen por sobre el
interés más caro de las mayorías: su independencia y soberanía, libertad,
seguridad, educación, salud, recreación y oportunidades para desempeñarse en un
trabajo digno y remunerativo.
¿Hasta
cuando seguiremos como país, bajo esta premisa?
En
estos maquinazos desde el 2010 se ha insistido de manera reiterada en la
percepción de una crisis del régimen y partidos políticos que le
sustentan, que ha tocado fondo, requiriendo de una profunda renovación que le
permita ser funcional a las nuevas realidades de los dos Méxicos que conforman
el todo nacional. La situación que hoy acusa México en todos los órdenes de su
vida económica y social confirma tal percepción, objetivizándole y mostrándose
al mundo su precaria desnudez.
La
corrupción, impunidad, miopía, simulación, así como carencia de honestidad
intelectual para reconocer que México transita sin brújula y sin rumbo cierto,
a diferencia de lo que afirma el Sr. Senador José Fco. Yunes Zorrilla, se están
encargando de negar posibilidad alguna de viabilidad de futuro al Estado
Mexicano. Imponiéndose una nueva percepción que ronda en torno a la no muy
lejana posibilidad de sumarnos a la lista de Estados fallidos que, por cierto,
frente a la crisis económico financiera global va en aumento.
El
régimen político que tiene secuestrado al Estado mexicano, ya no es funcional
al cuerpo social; el pensamiento serio y lúcido de no pocos analistas propone
un nuevo pacto social, así como la realidad real exige un nuevo pacto federal
que atienda lo mismo al desarrollo regional desigual que a la polarización cada
vez más severa entre entidades federativas con ventajas comparativas que les
favorecen y las que se debaten entre pobreza y pobreza extrema.
Y
en este marco, es de llamar la atención el que nuestra llamada clase política,
apoltronada en sus privilegios, mantenga la inveterada costumbre de bañarse
empezando por los pies. Auto recetándose reforma tras reforma, pretende
encontrar en sí misma respuesta a una enfermedad social y política de la cual
es directamente responsable.
¡Al ladrón... al ladrón!
Peña
Nieto ha venido posponiendo el combate a la corrupción. Hoy la realidad le
obliga a declararse de dientes para afuera favorable a una reforma
constitucional que limpie la basura oculta bajo la alfombra. De inmediato, los
partidos políticos se unen a tal propósito presidencial y, en un gesto más de
seguidismo y simulación, secundan la iniciativa del PAN dispuestos a legislar
sobre el particular. Los corruptos, en el papel dejarán asentado que son
enemigos a muerte de la corrupción e impunidad y, con fundamento legal, el
Estado mexicano se encargará de que cobre vigencia aplicando todo el peso de la
ley en chivos expiatorios a modo.
Desgarre
de vestiduras a destiempo. Pretender tapar el pozo después del niño ahogado, en
medio del descrédito, protesta y resistencia social poco abona a su favor al
régimen que en su propósito de salir bien librado del atolladero, descarga su
crisis terminal en las espaldas de una sociedad ofendida.
Si
hay algún culpable en la ofensa a los guerrerenses, son estos al permitir la
presencia de la delincuencia organizada en su vida pública y privada, es la
tónica adoptada. De un plumazo una crisis política de Estado se transforma
mediáticamente en crisis de un tejido social local deteriorado y penetrado por “el narco”,
saliendo al quite el gobierno federal para enderezar el entuerto que éste mismo
creara.
En
tal escenario, el combate a la corrupción que propone el régimen, nace corrupto
por así determinarlo su antecedente genético. Si “la corrupción somos todos”,
esta empieza por la cabeza y ésta, cómodamente se mantiene al margen e
impune.
Primero
Michoacán, ahora Guerrero y el estado de México, son la punta del iceberg que
sobresale en las nauseabundas aguas en que el régimen político ha transformado
a México. Estas entidades federativas no son sino un pálida muestra de de que
el régimen político, sus partidos con el PRI a la cabeza y los obvios poderes
fácticos que mueven los hilos, no son más garantía de progreso y buen gobierno;
así lo está inscribiendo en su agenda el imaginario popular en sus afanes por
retomar el hilo de la memoria colectiva y revivir la Revolución
interrumpida.
La
moneda está en el aire, toca a la sociedad actuar en consecuencia por los
amplios caminos del fortalecimiento de ciudadanía, participación responsable y
exigencia de honestidad, transparencia y resultados, en un marco de civilidad y respeto entre
diferentes.
Hojas que se lleva el viento
La
creación en Veracruz de un organismo policiaco de élite muy al estilo de
series televisivas (de primer mundo, dicen), no se corresponde con el tipo de
delitos que predominan en la entidad, pues a decir del propio gobernador, el
mayor índice delictivo se registra en el renglón de robo de golosinas en
tiendas de conveniencia. Esta sobredimensionada medida tomada por el Sr. Dr.
Duarte de Ochoa, tiene dos lecturas: O el gobernante insiste en mentir
ocultando la realidad existente en materia de seguridad, o le sobran recursos
públicos y no sabe en que gastarlos. Una u otra cosa lo cierto es que Peña
Nieto le toma la palabra y a Veracruz no entra la gendarmería nacional en el
"combate al robo de pingüinos".- Cd. Caucel, Yucatán., octubre 22 de
2014.
<< Home